En el mundo se incrementan graves crisis sociales y las guerras afectan a nuestra región y al planeta por la creciente rivalidad geopolítica entre las grandes potencias, el estancamiento de la democracia, las manifestaciones del cambio climático con sus desastrosos efectos y el deterioro de las condiciones de vida de cientos de millones de personas, auguran un escenario complejo en el tiempo que viene. América Latina requiere, entonces, de gran cohesión para superar lo que se avecina. Por ello renace la necesaria integración de los países del continente como un primer paso. Pareciera que las condiciones políticas serían favorables en dicho sentido. Un indicador es el débil resultado de la Cumbre de las Américas.
A comienzos de junio del año en curso, Joe Biden convocó a los presidentes del continente a una Cumbre. La cita quedó incompleta por la ausencia de seis mandatarios latinoamericanos, encabezados por Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, quienes se negaron a asistir debido a que Washington no extendió invitaciones a Cuba, Nicaragua y Venezuela, porque estas tres naciones no contarían “con gobierno democráticos”. Esta negativa puede interpretarse como una muestra del “rescate” de la autonomía diplomática del sur ante Washington.
Uno de los puntos clave de la realidad de América Latina es la situación del Amazonas. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, condicionó su asistencia a la Cumbre a no tratar este tema, no obstante ser determinante para el clima planetario: desde 1990, el mayor bosque tropical ha perdido 17% de su superficie. Sólo en enero de 2022 fueron talados. el planeta.
USA enfrenta a América Latina aquejada por la crisis climática, las penurias económicas y la polarización política. La Cumbre había sido concebida como la ocasión para que USA recuperara la hegemonía sobre su “patio trasero”, pretendiendo mantener vigente la Doctrina Monroe.
Un segundo punto se expresó a través del lema de la Cumbre: “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”. Su objetivo aparente era la coordinación de respuestas a la pandemia del Covidl-19, la crisis climática, la migración y los “problemas democráticos”. Pero, en verdad, Biden buscaba disminuir la influencia China en la región. Esto es así, porque China es el principal socio comercial de la mayoría de los países de América Latina.
Un tercer tema álgido para USA es la migración. Biden señaló a la Cumbre que “la migración segura y ordenada es buena para todas nuestras economías”, pero las formas “ilegales” son inaceptables. En gran medida, también este punto cayó en el vacío, porque no estaban presentes los presidentes de los países de origen de los principales flujos migratorios hacia USA: Guatemala, Honduras, El Salvador, Cuba y Venezuela.
Consecuencia de las frustradas intenciones de Biden: al finalizar la Cumbre se firmó un débil pacto: “Declaración de Los Ángeles sobre migración”, con la pretensión de buscar un “nuevo enfoque” en el que todas las naciones del continente asuman su “responsabilidad”.
A modo de síntesis: USA ya no está en condiciones de aplastar impunemente a América Latina. Gobiernos como los de Bolivia, Chile, Honduras, incluso Perú y su ingobernabilidad, la reciente elección de Petro en Colombia, el eventual próximo ascenso de Lula en Brasil, más los tres países marginados de la Cumbre por no ser “democráticos” de acuerdo a la agonizante Doctrina Monroe, pareciera ser el momento de intentar la integración de América Latina.
La nueva era histórica del sur del Río Bravo esta invitando con urgencia a abrir otra ruta para caminar hacia la liberación. Hay conciencia de la necesaria unidad de los pueblos, porque la historia debe contar con los pueblos de América Latina.
Hervi Lara
Profesor de Ética y Filosofía, ex Presidente de Amnistía Internacional, sección chilena. También participó en la Comisión Ética Contra la Tortura. Actualmente, participa del Comité Oscar Romero (SICSAL- Chile) y del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas.