El capital y la violencia: Memorias y procesos

Las memorias hegemónicas de las guerras y los conflictos armados suelen opacar el papel jugado por las corporaciones capitalistas. Es como si estas violencias en masa hubieran tenido motivaciones exclusivamente ideológicas o políticas, pero nunca económicas. No obstante, los conflictos armados ocurren en territorios y a través de ecologías con bienes naturales y fuerza de trabajo que diferentes actores, no solo los armados, sino especialmente los empresariales buscan aprovechar.

A nivel internacional las víctimas de grandes conflagraciones continúan reclamando verdad, justicia y reparación. Quiero presentar tres casos que pueden servir de referente para Colombia.

Alemania, en donde los procesos de memoria y verdad han involucrado activamente la responsabilidad empresarial y este sector se compromete con reparaciones simbólicas y materiales. En España se ha comprobado la participación empresarial y, tanto la sociedad civil como el Estado buscan mecanismos para involucrar a este sector en la reparación. Guatemala, en donde pese a la demostración histórica de las responsabilidades empresariales, en marco político es adverso a las víctimas y la reparación está lejos.

Alemania

En primer lugar, Alemania y la responsabilidad empresarial con el régimen nazi. Hoy sabemos que empresas alemanas y de los denominados países aliados emplearon a unos diez millones de trabajadores esclavizados, que fueron entregados por el régimen nazi como mano de obra gratuita para la industria armamentística, automotriz, la banca e incluso instituciones sociales y la iglesia. Volkswagen, DaimlerChrysler, Bayer y Deutsche Bank, Kodak, Boss, Coca Cola, Nestlé, IBM, BMW, Adidas, entre otras; financiaron y apoyaron al régimen nazi entre 1933 y 1945 con plena conciencia de lo que estaba pasando.

Con trabajo esclavo Volkswagen construyó vehículos militares, Ford sacó jugosas ganancias de los esclavos en sus fábricas en Renania, el empresario Hugo Boss diseñó y fabricó los uniformes militares para infundir temor en sus adversarios, otro tanto hizo Adidas. IBM diseño la automatización de los campos de exterminio. Nestlé apoyó la difusión internacional del fascismo y utilizó trabajo esclavo, Coca-Cola creó la marca Fanta para comercializarla en la Alemania nazi, Bayer desarrolló los gases del exterminio.

En 1998 un grupo de sobrevivientes del Holocausto demandó a Volkswagen por la utilización de trabajo esclavo de al menos dos millones de judíos con fines de lucro durante el nazismo y otros grupos de víctimas. Con apoyo internacional del gobierno alemán fundaron la organización «Memoria, responsabilidad y futuro» en agosto del 2000 como un proyecto conjunto para un fondo compensatorio a las víctimas y sus sobrevivientes, en tanto los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles. A este fondo hoy contribuyen Allianz, BASF, Bayer, BMW, Daimler-Chrysler, el Deutsche Bank, Friedrich-Krupp, Krupp-Hoesch, Hoechst, Siemens, Volkswagen y el Dresdner Bank. Se estima que la deuda global por crímenes del Tercer Reich alcanza la suma de 67-000 millones de euros, de los cuales se han pagado hasta ahora cinco mil millones. Las autoridades alemanas y las víctimas saben muy bien que el dinero no puede compensar el dolor infligido, pero es un reconocimiento moral sobre la responsabilidad empresarial en este genocidio.

España

En segundo lugar, España y el lucro empresarial durante el franquismo. Mucho más disputada que en el caso alemán en España, la responsabilidad empresarial con la crueldad del franquismo empieza a ser asumida. Recientemente el gobierno de Pedro Sánchez, recogiendo las demandas de organizaciones de víctimas y movimientos sociales españoles, estableció la Ley de Memoria Democrática la cual abrió la puerta para establecer que las más grandes empresas españolas, los 35 consorcios más poderosos actualmente, se lucraron con el trabajo esclavo de los prisioneros políticos y sociales del franquismo. Si bien, muchos de los actuales accionistas no fueron responsables de aquellos hechos, sí heredaron los beneficios del horror de entonces. Banús Hermanos, San Román, Huarte, Agromán, Dragados y Construcciones, fueron algunas de esas compañías cuyo legado político y económico aún siguen vigentes. Por otra parte, las empresas Dragados y Construcciones (ACS), Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), Huarte (OHL), aunque mutaron de razón social, arrastran en sus ganancias actuales el pasado de dolor causado. El franquismo puso al servicio del empresariado la mano de obra esclava, pero también los patrimonios del bando republicano derrotado. Obras públicas, dragados, minería, desecación de pantanos para planes urbanísticos, vías carreteables y férreas entre otras, fueron realizados por más de medio millón de los derrotados sometidos a esclavitud. El historiador español José Luis Gutiérrez Molina en varias investigaciones ha contribuido a esclarecer esta historia en libros como Franquismo y trabajo esclavo, una deuda pendiente (2014).

El panorama español no está del todo despojado, la Ley de Memoria tiene fuertes detractores y el objetivo del partido de ultraderecha Vox y de una buena parte de las grandes empresas es la impunidad absoluta.

Guatemala

En tercer lugar, Guatemala y los escuadrones de la muerte financiados por empresarios. La Comisión de la Verdad de este país estableció que, a lo largo del conflicto armado de este país, 1960-1996, un número considerable de empresarios y empresas participaron en la represión de activistas sindicales y líderes campesinos e indígenas, financiaron las campañas militares que culminaron en genocidio, prestaron instalaciones y logística para transportar personal militar y paramilitar, armas, bombas, entre otros, que tenían como finalidad asesinar población civil, e incluso crearon escuadrones de la muerte. Casos como el genocidio del pueblo maya Achí para ocupar sus territorios y construir la hidroeléctrica Chixoy, financiada por el Banco Mundial y gestionada por una empresa de consultoría denominada LAMI, compuesta por varias empresas: Lahmeyer de Alemania, Motor Colombus de Suiza e International Engineering Co. de Estados Unidos, son emblemáticos. Al igual, que la vinculación de grandes terratenientes que financiaron y organizaron escuadrones de la muerte para expulsar campesinos o destruir organizaciones de los trabajadores agrarios.

Conclusión

Pese a las pruebas arrojadas por la Comisión de la Verdad el empresariado, con gran influencia en el mundo político, no ha asumido ninguna responsabilidad y en consecuencia, está lejos de comprometerse en procesos de reparación material y simbólica de las víctimas.

Los casos de Alemania, España y Guatemala pueden servir de referente para Colombia. La Comisión de la Verdad y la Justicia Especial para la Paz han reconocido la activa participación de sectores empresariales en el conflicto. En la medida en que el nuevo gobierno fortalezca los procesos de verdad, justicia y reparación se puede avanzar hacia un horizonte de compromiso del empresariado para evitar que situaciones como las vividas se repitan, y por el contrario se comprometan con la defensa de la democracia y los derechos humanos, al tiempo que participan en la reparación material y simbólica de millones de víctimas.

Frank Molano Camargo es docente en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (Bogotá-Colombia). Investigador en los campos de la historia ambiental, los movimientos sociales y la educación política desde la perspectiva de la ecología mundo capitalista. Es también director del semillero interinstitucional «Yalpay. Historia, territorios y política» y miembro de la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental - Solcha.

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