«Son las dos de la tarde en Florencia, Caquetá, hay 35°C de temperatura y el sol es insoportable, a pesar de todo debo salir porque tengo un café con unas amigas. Después de caminar tres minutos bajo el sol un tipo me dice: “Negrita rica ¿Por qué tan brava, no la hicieron feliz anoche?” Algo que me pareció muy ofensivo, pero respiré y seguí.» Contó Juliana
«Tomé un taxi para llegar a una reunión, el conductor me pregunta la dirección. Luego de unos minutos me dice: “Eres una negra muy linda. Yo siempre quise salir con una negra así”. Respondí: “¿Así como?” Me dijo: “Como usted, toda linda. Por lo general tienen buen cuerpo, una buena cola, pero usted es linda toda”. Me quedé callada y sentía que mi corazón latía demasiado rápido, no podía pensar claramente, no podía creer que me sucediera todo esto.» narra María.
Mariana es una joven de 17 años, vive con su papá, quien es profesor en una escuela cercana. Una noche, él la llama y le pide el favor que le lleve un bolso, porque llevó el que no era. Le dice que vaya con cuidado. Ella sale con “ropa de estar en casa”, para no demorar con el mandado. Entrega el bolso, su papá le agradece y le recomienda que vuelva a casa en una mototaxi, en caso de que haya muy poca gente en la calle. Ella le responde que se ve bastante gente, decide volver caminando. Faltando dos cuadras para llegar a casa un tipo le grita: “Por eso es que las violan”. Ella se queda estupefacta, no sabe qué hacer, ni qué decir.
Estos son tres testimonios de mujeres negras de diferentes edades, en diferentes regiones del país. Las mujeres negras solemos ser sexualizadas a primera vista, y lo peor, pretenden que nosotras agradezcamos el acoso. Los hombres que tienen esta forma de actuar son machistas y son racistas, además de ser acosadores. En nuestra cultura todas las mujeres, independientemente de su color de piel sufrimos acoso. Sin embargo, la combinación del machismo y el racismo hace que la experiencia de ser mujer negra sea muy frustrante en esta sociedad. Esto significa que, aunque hace más de un siglo se abolió la esclavitud en Colombia, todavía seguimos siendo sujetos de marginación.
Cuando estaba cursando séptimo grado, una compañera cristiana del colegio vestía muy formal. Un día íbamos para la casa de otra compañera para trabajar juntas y un señor le grita: “Así me gustan, disimuladas. Me encantaría saber que tanto hay debajo de esa larga falda”. Fue horrible porque me di cuenta de que el acosador siempre tendrá una excusa, sin importar cuál, siempre tendrá una.
Según un informe tres de cada cuatro mujeres sufren acoso, esto quiere decir que no se denuncia ni siquiera un 5% de los casos. Por otro lado, aunque se han realizado campañas, marchas, plantones este es un problema que sigue vigente, es un problema de sociedad, por lo tanto, le invito a usted, joven, señor, señora, compañero, servidor público y comunidad en general que se ponga en los zapatos de cada una de estas mujeres, reflexioné.
Ayude a generar una cultura de respeto. En todos los espacios a los que usted asista, contribuya a mejorar y crear espacios con estándares de seguridad para las mujeres. Recuerde que usted tiene mamá, esposa, hijas, hermanas, primas, tías. Es necesario involucrarnos desde nuestros hogares, enseñar a las niñas y los niños el respeto por las diferencias, por los gustos. Tenemos que aprender que, el escote, la altura de la falda y ninguna indumentaria en una mujer, le da el derecho a un hombre de acosarla o criticarla.
Después de leer esto. ¿Cree usted que tiene justificación los argumentos por los cuales los hombres acosan a las mujeres?