Hay quienes creen que el petrismo será la revolución, y quizá se caiga en un error. El petrismo representa un reacomodo del capitalismo en colombia, no una ruptura con este modelo económico y social. Ciertamente, el atraso del país aún dentro del sistema es tal, que las propuestas de gobierno de Petro causan escozor en la élite del país que aún vive en un tardío feudalismo.
Tener un país en paz, al menos no en guerra interna y controlada en las regiones, acceso a educación pública y gratuita, financiar la ciencia y tecnología, realizar una reforma agraria, tener robustecida una banca nacional, asegurar la pensión y salud pública, fortalecer el sindicalismo, no son propuestas estrictamente revolucionarias, es más bien la actualización de un país “subdesarrollado” en la agenda global del capitalismo. Tampoco lo es querer producir energías limpias y reemplazar el carbón y petróleo como “locomotoras económicas” del país, menos cambiar el glifosato por una intervención social y médica del problema de las drogas, y sustituir cultivos para que el campesino no se vea obligado a sembrar coca.
Por supuesto que este programa no es para un cuatrienio, es realmente una agenda programática para varios gobiernos “alternativos” o que por lo menos deseen, respetando estos ejes, actualizar al país en el concierto del capitalismo que muta y se clona aún en medio de reivindicaciones sociales.
Lo interesante de esto, es que hay sectores de la élite y aristocracia colombiana que ha salido del mundo rural y cree en Petro, al menos en su programa, poco temen de aquel joven guerrillero hegeliano del cual sólo quedan las cicatrices, y constituirán sin duda estos residuos de élite, una nueva “clase burocrática ” que a su manera luchará también por la hegemonía del Estado.
A pesar de todo, para el movimiento social que se piensa realidades más allá del capitalismo, Petro significa una puerta importante que tendrán que seguir empujando. Si las cosas salen como indican las encuestas, el movimiento social tendrá que seguir peleándose por la hegemonía del Estado, por copar instituciones, al tiempo que robustecer la movilización social y construir análisis, cartografías, micro-resistencias nuevas en las regiones.
Que llegue Petro a la presidencia no significa para el movimiento social bajar la guardia sino entender qué llegó la posibilidad de desescalar la máquina de guerra que es el Estado, e ir desinstrumentalizándolo de a poco, construir nuevas territorialidades de resistencia y conexiones cartográficas de nuevas luchas en todo el país. El triunfo de Petro será un acontecimiento importante, pero apenas el verdadero comienzo de un nuevo movimiento social que deberá buscar formas y estrategias para romper de a poco y con tacto el capitalismo por dentro. Será un suspiro para re-imaginar el proceso revolucionario a la colombiana en el siglo XXI, liderado por el campo popular.
Filósofo, especialista en epistemologías del sur por CLACSO (consejo latinoamericano de ciencias sociales) y magister en ciencias sociales y educación por FLACSO (facultad latinoamericana de ciencias sociales, Argentina). Escritor, columnista y colaborador en diferentes medios como rfi (radio francia internacional), revista Hecho en Buenos Aires y analista sobre temas de conflicto en El Espectador, Colombia.
Lo que Petro y Márquez representan son las propuesta que diversas organizaciones y colectivos sociales que a lo largo del territorio colombiano han planteado en la últimas 3 o 4 década aproximadamente. De hecho, más que sus ideas o propuestas, simbolizan la sistematización de lo que a gritos los líderes y lideresas han proclamado, y la razón por la que los/las han silenciado.
Esta es la oportunidad para que por primera vez muchas de las soluciones que se han tejido en los territorios más afectados por el abandono estatal, así como por los innumerables daños que han dejado los grupos armados ilegales, legales, en complicidad con el narcotráfico, puedan ser realmente incluidas en un plan gobierno. Es, como lo expresó Héctor Marino Carabalí (Líder del norte del Cauca) en un espacio académico, la posibilidad de continuar trabajando ardua, articulada y comprometidamente desde las organizaciones campesinas, consejos comunitarios, comunidades indígenas, academia y demás sectores interesados en construir un país más digno para todos y todas. Independientemente de lo que pase el 29 de mayo, se espera que los colectivos sociales se sigan fortaleciendo para que continúen visibilizando problemáticas y alternativas de solución en pro del buen vivir.