Solidaridad, violencia policial y derecho al buen nombre.

Esta comunicación es para esclarecer los hechos ocurridos el 25 de diciembre de 2016 donde fui violentado de manera injustificada por agentes de la policía frente a mi casa, los cuales días después son tergiversados por Caracol Noticias afectando mi buen nombre en televisión nacional.


Llegué a mi casa el 25 de diciembre de 2016 al rededor de las 5:30pm ubicada en el centro histórico de Bogotá. Escuché desde mi habitación, unos gritos de mujeres pidiendo auxilio y al salir me encontré ante un posible hecho de abuso de autoridad por parte de la policía, quienes se encontraban ahorcando a un hombre ante una mujer embarazada, una menor de edad y un bebe en coche que gritaban pidiendo ayuda. Al ver la situación, les pedí a los policías que se calmaran y soltaran al h ombre que se veía asfixiado, pues ya lo tenían sometido. La policía soltó al hombre que reaccionó empujando a los uniformados. A los pocos segundos se desplegó un gran operativo con alrededor de 6 oficiales motorizados y dos vehículos de la policía. La policía sometió al hombre y lo subió violentamente a uno de los vehículos.

Lo que sigue después es el absurdo.

Al ver el desconsuelo y la desesperación de las que resultaron ser el núcleo familiar del hombre (esposa e hijas), pedí a la policía que bridaran auxilio a estas personas, ya que esta institución tiene la misión de cuidado de la comunidad. La mujer embarazada casi no podía caminar en la calle empedrada con el coche y el niño en brazos, además estaban muy afectadas por los golpes propinados al padre de familia. Insistí, reiteré que era necesario auxiliar a estas mujeres. Los policías, de manera ofensiva, sólo me gritaron que las ayudara yo. En seguida, uno de los uniformados me pidió la cédula acusándome de estar obstruyendo la justicia. Me dijeron metido, que más bien acompañara yo a las mujeres. Otro policía motorizado tomó mi cedula y me pidió que los acompañe a la patrulla. No opuse resistencia, de hecho, entré a mi casa, saqué las llaves, me puse una chaqueta y salí a la patrulla a hablar con ellos.

Cuando fui a la patrulla a atender el llamado de la policía, ellos insistieron en recriminarme y llamarme sapo. Acto seguido, me preguntaron si sabía por qué estaban deteniendo al hombre y yo acepté que no. Un policía rabioso me dijo que lo habían detenido por fumar marihuana delante de sus propios hijos. Otro preguntó cual era mi ocupación. Y preguntó también si tenía hijos, a lo cual respondí que sí. Luego me preguntó si consumiría marihuana delante de mi hijo. Ante esta pregunta hipotética y el desarrollo vertiginoso de los acontecimientos mi respuesta fue que sí. Inmediatamente los policías pasaron de las preguntas a los golpes. Me sujetaron entre varios agentes y me subieron a la fuerza a uno de los vehículos, un CAI móvil. Me tomaron fuertemente por el cuello produciéndome asfixia y me golpearon con puños en la cara y el estómago. Luego me lanzaron un objeto contundente que me golpeó en la cabeza causándome dos heridas en la región frontal derecha y una fuerte desorientación. Ellos continuaron insultándome. Me gritaban !Marihuanero hijueputa!, ¡Sapo!, ¡Metido!, ¡Encubridor!, “Este sapo debe ser de los que denuncia…! Y agregaron que en el informe policial iban a registrar que “consumiría Marihuana delante de su hijo”.

Un policía me esposó a la camioneta. La situación era humillante y peligrosa, mi estado era de total vulnerabilidad ante estos uniformados y su uso injustificado de desmedida violencia. Sin embargo yo intentaba dialogar, a lo que los uniformados me respondían con insultos. Yo preguntaba por qué me estaban haciendo esto y en respuesta los uniformados, en tono burlón me decían “cómo quiere que lo traten”, “marihuanero hijueputa”, “entre ustedes se encubren”. El policía que me golpeó con el objeto contundente tenía fuerte aliento a licor. Me tuvieron unos minutos más insultándome. Luego me pasaron a una celda pequeña dentro del mismo vehículo junto al hombre que habían violentado previamente, quien se encontraba desesperado gritando que auxiliaran a su mujer embarazada y a sus hijas.

Me condujeron a la Unidad Permanente de Justicia (UPJ) y me detuvieron en una celda con otras personas. No tuve derecho a comunicarle a alguien sobre mi estado de detención, no tuve acceso a sanitario, el espacio era frio, lleno de orines y recibíamos, algunos de los detenidos, recurrentes insultos y golpes. Había una persona con una mano fracturada y sangrando que aseguraba que había sido la policía, otras estaban golpeadas.

En ningún momento me informaron la razón de mi detención, nunca me leyeron mis derechos. Luego de un par de horas de estar en la celda, llegó un funcionario de la Defensoría del Pueblo con quien pude hablar y a quien solicité interponer una queja por los hechos. La situación no podía ser más desconsolante: el funcionario me dijo que perdía el tiempo interponiendo una queja que recibiría la misma policía. Me dijo que lo mejor era esperar a salir e interponer la denuncia ante fiscalía.

Me dejaron en libertad al rededor de las 10:30 de la noche. Ninguna explicación me fue dada.

Al día siguiente me dirigí a interponer la denuncia ante la Unidad de Reacción Inmediata de la Fiscalía (URI). Encontré muchos obstáculos para poder llevar a cabo mi objetivo, me decían que no me podían atender y me pedían que volviera en la tarde. Al volver, me dijeron que ya no atendían más, que regresara mañana. Pedí explicación y solo encontré una reja cerrada con un guardia de seguridad que repetía que volviera mañana. Todo esto parecían excusas, un mecanismo para retrasarme y disuadirme de mi objetivo que era interponer la denuncia. En ese momento, un periodista de Caracol llamado Julián Ríos me pidió una entrevista pues se encontraba realizando un reportaje sobre los procedimientos y las trabas en las denuncias relativas a casos de riñas. Le expliqué que mi caso no se trataba de una riña sino de un caso de Abuso de Autoridad por parte de un grupo de uniformados de la policía; sin embargo, el periodista dijo que podía hacerme la entrevista sobre las dificultades para realizar los trámites de denuncias. Yo accedí a la entrevista con la intención de sacar a la luz pública mi denuncia de Abuso de Autoridad y le narré los hechos tal como ocurrieron. Al ver que Caracol me estaba entrevistando, el vigilante de la URI me informa que en poco tiempo sería atendido por un funcionario. Al final de la tarde del 26 de diciembre puede interponer la denuncia.

Me sorprendí e indigné mucho cuando al día siguiente (27 de diciembre de 2016) vi la nota que hizo el periodista Julián Ríos de Caracol Noticias, en la que la edición, descontextualizó mis afirmaciones, tergiversando mi caso y presentándome como una persona involucrada en riñas callejeras, alcohol e intolerancia entre vecinos. Abusaron de mi imagen difamando el honor de mi persona. La noticia me presenta como si hubiera estado adelantando una denuncia sobre una riña callejera en la que estaba involucrado. Mi entrevista fue puesta en otro contexto que lleva a equívocos sobre mi caso. Además, la nota periodística estigmatiza a las personas que “se atreven” a adelantar una denuncia. Finalmente me pareció indignante que mi caso es valorado como un hecho de intolerancia, “falta de cultura y respeto por los demás”, cuando, por el contrario abogué numerosas veces por la solidaridad, el respeto y el diálogo.

Así pasé de la solidaridad con un hombre que estaba siendo agredido por la policía, a vivir en carne propia la violencia injustificada por acción de la misma policía, la dilación de la fiscalía y hasta el descrédito producido por Noticias Caracol. Todo esto desconcertante en un momento de “construcción de paz”, en el que se supone, se encuentra comprometido el Estado colombiano y sus instituciones, y en el que además, debería estar involucrada toda la sociedad para que no se tolere este tipo de hechos.

Exijo a Canal Caracol que rectifique la noticia y proceda con mayor respeto, a la fiscalía que adelante las investigaciones sobre mi caso con celeridad e imparcialidad, al ministerio público que ejerza sus funciones constitucionales, y a la Policía, que aplique las acciones disciplinarias y formativas a las que haya lugar.

Christian Orlando Mantilla Monsalve
27 de diciembre de 2016

Notas:
Denuncia ante la fiscalía: Nº de Noticia Criminal 110016000023201616968
Nota periodística de noticias caracol: http://noticias.caracoltv.com/content/27-de-diciembre-de-2016-emision-1230-pm?video-player=34331

Christian Mantilla. Abogado defensor de derechos humanos, con experiencia en proyectos colaborativos orientados a la promoción y defensa de los derechos de la población rural y la incidencia en políticas públicas para la ruralidad. Interesado en la investigación socio-jurídica en políticas públicas, derechos humanos y la acción colectiva de las comunidades rurales indígenas, negras y campesinas.

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